Agosto de 2008
Resulta curioso analizar la visión que un ser humano tiene de su propia identidad y su relación con el tiempo. Cuando pensamos sobre nosotros mismos, siempre pensamos en lo que somos hoy. Es como si nuestra identidad humana se viera reducida al reflejo del espejo que vemos cada mañana.
Sin embargo, todos los seres humanos estamos vinculados al tiempo y tenemos un pasado y un futuro, que es parte intrínseca de nuestra propia identidad.
En los que respecta al futuro, se podría argumentar que no se puede prever. No obstante, la propia historia de la humanidad demuestra que cualquier persona que llega a los sesenta años, tiene unas condiciones físicas diferentes de las que tenía cuando tenía 20 años, de manera que andar unos kilómetros se hace más difícil, subir escaleras cansa hasta agotamiento,las letras de los libros y los periódicos se hacen difíciles de distinguir, se requiere un volumen más alto para poder oír, etc. Una vez que se toma conciencia de ésta realidad, cabe preguntarse por qué las letras de los libros son tan pequeñas, por qué hacemos escaleras donde podríamos poner rampas, etc.
Mirar al pasado es tarea más sencilla, ya que disponemos de abundante material tanto fotográfico como social que nos permite saber sus qué cuando nacimos no hablábamos, no caminábamos, no distinguíamos bien las cosas con los ojos, etc. De nuevos se pregunta uno por qué se ponen escaleras sin alternativa de acceso cuando es un hecho que toda la humanidad ha nacido sin poder caminar y durante varios meses o años ha precisado de ayuda para poder soslayar los obstáculos que la propia sociedad ha puesto de manera gratuita.
El pasado se complica un poco más si tenemos en cuenta que lo que somos hoy también está relacionado con nuestros genes, que heredamos de nuestros progenitores, que a su vez los heredaron de los suyos, y así hasta donde no sabemos todavía.
Además, parte de nuestra carga genética es compartida con nuestros familiares que, de esa manera comparten también una pequeña parte de nuestra identidad, formando lo que podríamos denominar un clan genético; un clan que se ve reforzado por los lazos sociales en los que nos desarrollamos cuando somos pequeños y que en algunos casos no requiere compartir parte de la identidad genética.
En resumen, cuando pensamos nosotros ya nuestra identidad nos estamos dejando toda nuestra historia y todo nuestro futuro, cuando en realidad somos fruto de nuestra historia y nuestra identidad futura depende de lo que hagamos hoy. Mientras no aprendemos a contemplar el tiempo, todo el tiempo, como referencia completa a la hora de establecer nuestra identidad, seguiremos construyendo sociedades como las de hoy, sociedades que sólo piensan en un patrón adulto de la persona que reflexiona y como consecuencia generan espacios discriminatorios para nuestra propia identidad en otro tiempo.