Agosto de 2009
Siempre recordaré la expresién que mi profesor de literatura a los 15 años utilizaba para aquellos que eran de ciencias: "éstos de ciencias son unos patanes". Para él, una persona que no supiera toda la literatura, que no fuese consciente de la riqueza del lenguaje, y que no diera la mayor importancia a todo lo que tuviera que ver con las letras era eso: un patán.
Como yo acabé estudiando una ingeniería (en mi tiempo se llamaba licenciatura en informática pero hoy es considerada una ingeniería), siempre me he tenido por un patán. A la hora de afrontar el mundo de la bioética o de las éticas aplicadas o el de la filosofía en general, ser un patán tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Los inconvenientes vienen derivados de la falta de conocimiento de muchos textos de autores, en cuyas ideas se basa la mayor parte de lo que se hace y piensa hoy. Por otra parte, las ventajas vienen derivadas precisamente de esa desventaja, al no saber lo que han dicho o escrito los otros, las ideas son juzgadas por su contenido y no por su autoría. Eso quiere decir que si leo una frase que para mí es errónea, la consideraré equivocada aunque la haya escrito Kant, o Aristóteles, o quien sea.
Como buen patán de ciencias, se me hace difícil de entender por qué existe un debate alrededor de lo que es "ser humano", un debate que está muy relacionado con los teóricos derechos de los animales no humanos y que está impregnado de la búsqueda de las características que hacen especial al ser humano: su capacidad de razonamiento, su capacidad de sufrir y de sentir, su capacidad de relacionarse, etc. Estos debates parecen estar muy de moda y ha generado una línea de defensa de los derechos de los animales.
No es que yo tenga nada contra los derechos de los animales, pero al ser humano, me preocupan más los derechos de los seres humanos, es una mera cuestión de prioridades. Por ello tampoco veo a qué viene tanta confusión sobre lo que es un ser humano. Un ser humano es aquel que proviene de la carga genética de los seres humanos , y como nuestra reproducción es heterosexual, tiene que venir de una carga genética femenina y una carga genética masculina. Las nuevas técnicas de reproducción asistida no han cambiado eso y los avances en genética corroboran mi afirmación. Es lo que tiene ser un patán, el pan es pan y el vino es vino y eso admite poca discusión.
Lo malo de confundir el pan con el vino es que puede llevar a caminos muy peligrosos, especialmente en el ámbito de la filosofía moral. Confundir lo que científicamente define a un ser humano y mezclarlo con la capacidad de sufrimiento de otras especies lleva a la paradoja de vulnerar los derechos humanos de un determinado colectivo (el mío) sin complejos, mientras nos andamos preocupando de lo que sienten las vacas, los cerdos, los monos, etc.
Los patanes establecemos las prioridades de una manera muy sencilla: lo más importante primero, lo menos importante después, y luego lo demás. Como los patanes somos seres humanos, pensamos que en la escala de las prioridades lo primero son los seres humanos, después los animales y después el resto. Defender como prioridad a los seres humanos no significa ir en contra de los derechos de los animales, pero los defensores de los animales han perdido el norte y en su defensa han ido en contra de los derechos de algunos seres humanos y por ahí, los patanes no pasamos. Curiosamente, los defensores de los animales no parecen estar muy preocupados por los derechos de las sabandijas o las cucarachas, a las que los patanes consideramos también animales no humanos, sino que sólo se defienden los intereses de determinadas especies que ojos de estas personas parecen más "humanos".
A los patanes, algunos filósofos morales nos llamarían antropocentristas y espeicistas, pero un buen patán como yo se ciñe a su sentido común, y le da igual cómo le llamen, y a esos filósofos morales simplemente les recomiendo que reordenar sus prioridades, porque algunos seres humanos, patanes o no, no estamos dispuestos a sacrificar nuestras vidas o las de otros como nosotros, para satisfacer sus equivocaciones. Eso ya ha ocurrido en la historia y no estamos dispuestos a permitir que se repita.