Agosto de 2009
Desde que oí hablar de Peter Singer allá por el año 2000, he seguido de lejos el curso de sus polémicas declaraciones y pensamientos. Desde el principio supe que era un enemigo a batir, pero no un enemigo cualquiera, sino un pensador sólido con excelentes argumentaciones que requerían de una fuerte contra argumentación para conseguir ser convincente y desmontar toda su teoría en la que el nacimiento de personas con diversidad funcional era un mal a evitar, en la que algunos animales no humanos deberían tener mejor consideración que algunos seres propiamente humanos, catalogados como por él como defectuosos, etc.
También he seguido la famosa historia de que cuando su madre tuvo Alzheimer, no aplicó en absoluto sus teorías, que le habían llevado a terminar con la vida de su propia madre, sino que se ocupó de ella. Su defensa fue que toda su teoría era eso, teoría, pero que era comprensible el fallo o desajuste de un caso concreto.
Me resulta curioso que Peter Singer y yo compartamos la base y el objetivo de nuestra actividad: la filosofía debe ser una herramienta que sirva para transformar sociedades, no un banal intento de darle vueltas a ideas abstractas o complejas, inalcanzables para la mayoría de los mortales. Lo más curioso es que yo no soy filósofo "profesional", sino un pensador aficionado que buscan la teoría respuestas a preguntas concretas, con el fin de, una vez conocidas las respuestas, aplicar ese conocimiento a la transformación de una sociedad en la que vivo y en la que soy discriminado, y en mi breve experiencia con filósofos profesionales en España, me ha chocado su distanciamiento de la sociedad, su desinterés por el pensamiento no profesional, su mundillo lleno de celos y ausente de debate crítico y su desconocimiento de su esencia de ser humano. Tómese esta afirmación como una simplificación de una realidad mucho más compleja, en la que hay un poco de todo. Por eso me gusta Peter Singer, porque, me guste o no lo que dice, lo que plantea es una crítica a los fundamentos de la sociedad, sin miedo a la confrontación.
Durante años he relegado la crítica profunda su pensamiento, porque no me parece una tarea baladí y porque en España, mi principal ámbito de actuación, quizá no sea tan grande su influencia. Sin embargo, aprovechando el espacio de las breflexiones, del que yo mismo me he dotado, voy a aventurar lo que mi intuición me dice que es el error fundamental de Peter Singer: su desconocimiento absoluto de cómo se vive con una diversidad funcional. Obviamente, no será éste el espacio de una reflexión crítica profunda, que espero poder escribir algún día, sino de una primera aproximación intuitiva.
Me atrevo a afirmar que ese es un error, por una sencilla razón: yo cometí el mismo error. Creo haber dicho ya públicamente en un programa de televisión que cuando era un ciudadano de primera que se desplazaba continuamente en una moto, manifesté en varias ocasiones que, consciente de que era probable que algún día tuviera un accidente, en ese caso preferiría estar muerto a quedarme en una silla de ruedas. Está claro que no conocía a nadie que viviera en una silla de ruedas, ni tenía la más mínima idea de la diferencia entre la paraplejía tetraplejia, ni sabía que lo más complicado de la tetraplejia no es no caminar, ni nada de nada. Pero la vida tiene estas ironías y, a los 28 años ocurrió ese accidente, que me trajo una tetraplejia con la que seguramente viviré el resto de mis días.
Han pasado ya 18 años, en los que y previsiblemente, mi adaptado perfectamente a la convivencia con mi tetraplejia. Sin embargo, para la mayor parte de la gente, lo mío parece una tragedia. No es extraño, si yo describo sólo mi realidad fisiológica y biomédica sería así:
"Varón de 46 años, lesión medular a la altura de las cervicales 5 y 6. Como consecuencia no puede caminar ni controlar bien sus manos ni sus extremidades superiores. Tiene incontinencia en todos sus esfínteres y necesita ir permanentemente sondado. Tiene una disfunción eréctil y falta de sensibilidad plena en la mayor parte de su cuerpo. Como consecuencia de su larga estancia de 18 años en una silla de ruedas la descalcificación de sus huesos es progresiva e irremediable, la escoliosis de su espalda le generará fuertes dolores en el futuro. Tampoco dispone de la generación de sudoración, lo que le generará episodios de fiebre ante el calor. Tiene espasticidad aguda que le obliga a dedicarse con relajantes musculares del resto de su vida".
Leer este texto es bastante deprimente. De hecho, si no llego a saber que estoy hablando de mí, me daría mucha pena. Pero... ¿dónde está el error?. El error está en que ese no soy yo, esa es la descripción de mi cuerpo, y yo soy lo que vive en ese cuerpo. Mi cuerpo es parte de mi, pero no es mi cuerpo lo que me define como persona.
Si yo me tuviera que definirán el mismo me definiría como una persona afable, amigo de mis amigos, amante de mi familia (los solteros entendemos por familia a nuestros padres, nuestros hermanos, sobrinos, nuestros tíos, etc.), irremediablemente curioso, escéptico, pragmático, educado, respetuoso con los demás, sin miedo a la confrontación, rebelde ante la opresión, más racional que emocional, ateo de raíces cristianas, etc.
Y ahí radica, en mi opinión, el error de Peter Singer: en la concepción de la persona como un ser meramente biológico, cuando en realidad, mi parte biológica o fisiológica es aquella por la que yo nunca me definiría, o mejor dicho, no es la que yo considero determinante a la hora de definirme como persona.
Lo que me ha enseñado esta vida es a no prejuzgar qué vida merece la pena ser vivida. Es importante aprender de los propios errores y si ahora me preguntan sobre la posibilidad de que nazca algún caso biológicamente extremo y aparentemente inviable, lo único que sé, es que no soy quién para juzgar. Por eso, ante la duda, siempre es mejor dar la oportunidad a cualquiera de experimentar la vida, porque al menos es la oportunidad de sentir. No vivir, me parece la nada y la nada la tenemos garantizada desde que nacemos, porque nacemos para morir. Quitarle o robarle a alguien la oportunidad de ese camino me parece la peor de todas las opciones.
Espero algún día tener tiempo y ganas para desarrollar esta intuición y para establecer los argumentos éticos que me confronten con el pensamiento de Peter Singer; no le temo, sencillamente sé que él está mucho más preparado que yo, así que me sigo preparando.